El hombro es la articulación más móvil del cuerpo. Debido a su peculiar anatomía, en la que la superficie articular de la glenoides es mucho más pequeña que la cabeza del húmero, se consigue un rango de movilidad mayor que ninguna otra articulación. Sin embargo, es también la articulación más susceptible a sufrir episodios de inestabilidad, que básicamente consiste en que deja de haber congruencia entre ambas superficies articulares.

La inestabilidad de hombro es una enfermedad muy invalidante. En la mayoría de los casos se produce tras un traumatismo, por lo que es frecuente observarla en deportistas de contacto como jugadores de balonmano, rugby, baloncesto, etc. En otras ocasiones, movimientos repetidos de la articulación en posiciones muy concretas pueden producir una pérdida transitoria de la congruencia articular, sin que se identifique un traumatismo claro. Es el caso de deportistas de lanzamiento, como jugadores de béisbol, voleibol, lanzadores de jabalina, tenistas, etc.

El síntoma principal es el dolor, que llega a ser muy intenso cuando la luxación es completa. Cuando hay muchos episodios de luxación, se produce una incapacidad para hacer deporte por miedo a sufrir un nuevo episodio. Es lo que se conoce como “aprehensión”. En este punto, una adecuada exploración física por un profesional experto en la materia es clave, para poder observar esta aprehensión y determinar el grado de incapacidad.

En la mayoría de los casos el diagnóstico se apoya en pruebas complementarias como la radiografía o la resonancia magnética. Uno de los objetivos principales de estas pruebas es determinar si sólo hay lesión del lábrum y los ligamentos del hombro (la conocida como “lesión de Bankart”), o si también se ha producido una pérdida de hueso del húmero o de la glenoides como consecuencia del impacto entre ambos en cada episodio de luxación. Conocer esto es muy importante para saber qué tipo de intervención quirúrgica hay que realizar. Si sólo hay lesión de Bankart, se puede realizar una reparación por vía artroscópica. Si hay pérdida de hueso, hay que suplementarle con un injerto. Tomar la decisión de realizar una u otra operación, así como ejecutarla, requiere de una amplia experiencia y conocimiento sobre la enfermedad.

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